miércoles, 5 de noviembre de 2008

A UNA FAROLA

Al igual que Antonio Machado dedicó un poema suyo “A un olmo seco”, quiero dedicar la presente “A una farola”, sola, partida y olvidada. Y se preguntarán dónde se halla la misma; pues, en uno de los sitios más visibles y céntricos de Córdoba: en la calle Conde de Gondomar, la primera vista entrando desde la Plaza de las Tendillas.
Realmente, habría que dedicar este pequeño homenaje a lo que queda de ella, que es de la mitad abajo, porque de la mitad para arriba es inexistente. Alguien, un indeterminado día, y de esto hace ya algunos meses, y no sabemos cómo, la fracturó; alguien, se llevó esa parte y nadie desde entonces se ha preocupado de reponerla, bien a su antiguo estado, bien sustituyéndola por otra de iguales características. Me consta que existe un servicio de riego de las dobles macetas con flores que todas las farolas de esa calle tienen y que primorosamente son regadas casi a diario por personal competente y digo yo: ¿tampoco se ha dado cuenta el personal de ese servicio que falta esa farola?, ¿no tiene obligación su encargado, jefe o quien sea, de dar parte de esa incidencia? Y si lo saben, ¿es que no nos quedan más farolas de ese modelo? Y, por último, ¿piensan dejarla así por mucho tiempo más?
Nadie se preocupa de nuestra imagen de cara al exterior, de cara a esos turistas que, sobre todo, en los fines de semana y otros festivos, vienen a nuestra Ciudad para conocerla y admirarla. Ante ello me pregunto si dentro de nuestra corporación municipal no existe un área de infraestructuras, de mantenimiento del mobiliario de las calles o como quiera que se llame, que se preocupe por estos detalles; espero por nuestro bien y nuestro futuro que sí.

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